jueves, 24 de octubre de 2019

Quebracho blanco

El Príncipe de los Montes

Imponente, majestuoso, altivo, este soberbio árbol descuella, erguido su recto fuste y alto follaje, por entre la maraña achaparrada del monte bravo y espinoso. A lo lejos, se lo ve campear, cual largas columnas, bien por encima del arbustal rastrero, que a sus pies se hacina en un amasijo impenetrable y confuso.
De su porte elegante, esbelto, prolijo, recibe no sé qué aire señoril de noble hidalguía y adusto linaje, siendo el árbol más alto del monte todo, y aun el más bello. En esto se parece al Horco Quebracho, con quien comparte muchas similitudes, como el fuste recto y alzado del tronco, el ramaje alto y pobre, la corteza hendida y rugosa, y la dureza de la madera, de donde recibe su nombre, que viene de una palabra compuesta, que en nuestro castellano moderno se diría Quiebra Hacha, y en el antiguo, Quebra Hacho, ya que antiguamente hacha se decía hacho. Tal es la dureza de su madera, que parte las hachas. Y es esta misma calidad de su madera la causa principal de que hoy, como tantos otros árboles de Córdoba, esté gravemente amenazado. Se lo tala sin piedad para producir carbón, destinado a satisfacer la gula del rito argentino del asado dominical. Qué pena que un árbol así tenga que caer, para alimentar una costumbre tan destructiva. Sé que es más ignorancia que malicia, porque nadie sabe, cuando compra el carbón, que para producirlo un árbol como el magnífico Quebracho Blanco tuvo que morder el piso, y exhalar su último aliento, levantando una nube de polvo. Y aun hay otra amenaza, de no menor daño, y es la reciente moda de construir cabañas con troncos de Quebracho Blanco, muy populares hoy entre los turistas. Siempre que veo una, ¡ay!, se me encoge el corazón. Y pienso entre mí, con honda amargura, cuánta ignorancia, cuánto desdén injusto hacia mis amados Quebrachos. Pienso en cuánto nos falta como sociedad. ¡Qué desperdicio vano! ¡Qué punible vanidad! A mí tales cabañas me parecen como la fosa común de un horrendo genocidio, sólo que, en vez de cuerpos, troncos hay apilados unos sobre otros.
Sin embargo, hay en medio de la ciudad de Córdoba una isla en el tiempo, una isla en medio de un mar de cemento, en donde milagrosamente, pese a la tala, los incendios, el voraz avance inmobiliario, aún se conservan ejemplares centenarios. En la Reserva Natural Parque San Martín aún se puede encontrar algunos, dispersos, coronando solitarios las cimas de las barrancas por entre las que, antiguamente, pasaba el río Suquía. Es un espectáculo digno de ver...
Si bien su semilla germina con facilidad, su crecimiento es extraordinariamente lento. Esta lentitud de crecimiento, sumada al valor comercial de su madera para producir carbón y vigas, hace que el Quebracho Blanco se encuentre en cierto peligro de desaparecer de nuestra provincia. Con una industria como la del carbón y la leña, que se caracteriza por su completa informalidad y por no encontrarse regulada en lo absoluto, y con la ignorancia y el desinterés colectivos de los consumidores sobre la procedencia del carbón y los daños en que se debe incurrir para producirlo, y con el avance fulminante de la soja, el futuro del Quebracho Blanco no se presenta nada promisorio.
Cuando el último monte sea arrasado, cuando el último ejemplar caiga, derribando consigo en el suelo cien, doscientos, trescientos años de tiempo mecidos en sus ramas y hojas, entonces nos preguntaremos, ya tarde: ¿un asado vale tanto daño? 

El Tronco

El tronco del Quebracho Blanco ofrece un fuste recto, erguido, limpio y prolijo, que ramifica desde arriba, de modo que en los ejemplares añosos, aun con la mano extendida, cuesta llegar a las primeras ramas. La corteza está profundamente hendida y es gruesa, áspera y rugosa, de color gris oscuro en los ejemplares viejos, en tanto que en los jóvenes es más lisa, suave, de color gris claro y se presenta cubierta de líquenes.

El Follaje

Es persistente, colgante, delgado y laxo, pendiendo las ramas menores hacia abajo, en una desmayada languidez. Recuerdo que en mi último viaje a San Juan, atravesando los llanos de la Rioja, veía sucederse unos tras otros vastos quebrachales, que con sus ramas caídas semejaban, a la distancia, largas cabelleras de cabellos mojados. El follaje es poco denso, pobre más bien, y debido a su rigidez, se menea poco con el viento, todo lo contrario de un Molle, cuyo follaje baila con el viento ondeando como olas en el agua.

La Hoja


Las hojas del Quebracho Blanco son simples, elipticolanceoladas, brevemente pecioladas, coriáceas y terminadas con una espina por punta, de tres a cinco cm. de largo por medio a uno y medio de ancho y color verde oscuro en ambas caras. El espesor de las hojas es bastante grueso, y si se las pliega, se quiebran en vez de doblarse. Están como bañadas por un esmalte lustroso, que es una estrategia del árbol para evaporar menos agua y así conservarla para tiempos de sequía y escasez. Las hojas constituyen una excelente defensa contra agresiones, ya que debido a su dureza, rigidez y aguda espina, lastiman mucho la carne, y no perdonan ofensa alguna. Otra particularidad es que nacen en verticilos alternos de tres a cuatro piezas, de manera que por su disposición y forma helicoidal, no parecen sino una pequeña hélice.

La Flor

Las flores, pequeñas, blanco amarillentas y hermafroditas, se agrupan en fragantes cimas axilares. Aún no he tenido el goce de olerlas, pero las imagino bien fragantes y delicadas. Yo creía que no tenían perfume hasta que Gabriel Bernardello, director del Museo Botánico de la Universidad Nacional de Córdoba, tuvo la gentileza de sacarme de mi engaño y me dijo que las polinizan mariposas nocturnas, por lo que es de noche cuando despiden su aroma para atraerlas.

El Fruto

Los frutos del Quebracho Blanco, que penden en grupos de 3 o 4, son cápsulas alargadas y comprimidas, de cinco a siete cm. de longitud por tres a cuatro cm. de anchura, color verde claro cuando inmaduras y amarillento cuando maduras, las cuales contienen gran cantidad de semillas aladas. Cuando está maduro, el fruto se abre de par en par por el medio, y las semillas se desprenden y son dispersadas por el viento. Las semillas poseen un gran poder germinativo, pero no tienen capacidad de dormir y esperar por largo tiempo y despertar cuando las condiciones son propicias. Otros árboles, como el Sombra de Toro, escogieron otra estrategia completamente diferente para esparcir su especie: en lugar de fiarse de una semilla que germina con facilidad pero que no entra en latencia, quiso tener una semilla que germina con extrema dificultad, pero que resiste largo tiempo dormida, esperando que lleguen las mejores condiciones.

Usos

Muchos son los usos y aplicaciones del Quebracho Blanco, causa misma de su tala indiscriminada. La madera, de calidad suprema, se emplea para fabricar postes, varillas, ruedas, durmientes, vigas. También, como dijimos arriba, se lo utiliza para carbón y leña, que produce de calidad extrema. El cocimiento de la corteza es usado por los naturales chaqueños desde los tiempos de las misiones jesuíticas para combatir las fiebres palúdicas. De hecho, de la corteza se han aislado un par de alcaloides, la aspidospermina y la quebrachina, que poseen las virtudes estimulantes de la quina y las propiedades antitérmicas de la quinina. De aquí que lo llamen la Quina de los pobres. Además de los mencionados, se han obtenido numerosos alcaloides de esta especie. Además de la corteza se usan también raíces y partes aéreas del árbol y tienen varias funciones: antioxidante, antiasmático, antitusígeno, antifebril, etc.




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